SOPORTE – CANON – SELECCIÓN

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En la vida no podemos prescindir de un soporte, un andamiaje o un punto  de apoyo. Desde la placenta hasta el pezón, esos primeros vínculos son  esenciales para los nuevos impulsos humanos. 

Transitar nuestros ciclos desde el inicio hasta el final es posible gracias a  diversos soportes. Algunos son más fundamentales que otros, como el  planeta Tierra, nuestro hogar común. Al fin y al cabo, «no hemos recibido  nada que no sea por medio de otro.» Todo es un soporte, incluso el ser  humano. La necesidad es inherente a nuestra existencia: buscamos medios  para sobrevivir, desde el acto primitivo de cortar un fruto hasta la  elaboración de complejas teorías matemáticas. 

«Nadie se salva solo.» Estoy donde estoy gracias a un punto de apoyo, sin  menospreciar los méritos personales. Incluso quien se resista o niegue esta  realidad sigue siendo un soporte con un ciclo que, tarde o temprano, llega a  su fin. 

Somos seres sociales e individuales a la vez, una dualidad indisoluble en  cada ciclo de vida, que concluye sin regenerarse. Nuestra existencia es un  viaje sin retorno sobre el planeta, nuestro soporte esencial. 

Durante años, nos preparamos, estudiamos de manera ecléctica y  trabajamos en el cosmos social y material. Ese andamiaje nos permite  comprender las reglas del juego y sus límites, pues nosotros mismos  somos nuestro propio límite. Ser un buen ganador es tan valioso como ser  un buen perdedor. La mayoría de las veces no hacemos el gol, pero  podemos dar un buen pase y convertirnos en un soporte o andamiaje para  alguien más. El juego no existiría sin tribuna ni equipo. 

El andamiaje es el resultado de la relación entre el canon educativo y el  proceso de aprendizaje. 

El canon es sistemático y disciplinar; su formalidad nos permite construir  nuestra visión en relación con otros. Funciona como un mecanismo de  autoayuda bifuncional, porque tanto nos forma como nos informa de lo  formal e informal. Descubrir el canon significa comprenderlo como una  dualidad y como el núcleo de las periferias. 

Sus primeras fases son esenciales: dictado, escucha, lectura en voz alta,  locución, escritura y comprensión. El principio del arte radica en el error:  nos enseña a aceptarlo y disiparlo dentro de la secuencialidad de nuestros  actos.

El mundo es un rompecabezas que necesita un eje integral, un canon que  permita ensamblar el conocimiento y aprender a mirar el mundo propio y  el de todos. Sin embargo, no podemos dejar de lado la calificación y  evaluación como parte de la incorporación funcional del aprendizaje. 

El desarrollo dentro del canon se basa en la investigación y el estudio  dinámico. Este proceso nos permite ofrecer un servicio o convertirnos en  puntos de apoyo para otros. 

La ingeniería social, el sondeo y el análisis de datos nos acercan al núcleo  del aprendiz. Sin embargo, lo que nos acerca aún más es que él mismo se  exprese, independientemente de su estilo. La puesta en escena del uso de  la palabra es indispensable en el canon educativo. 

El canon es, en su esencia, un gran libro o códice interno y externo. Nos  prepara para brindar un servicio o para convertirnos en mejores puntos  de apoyo

El canon nos forma en lectura, comprensión, conducta, hábitos, disciplina,  constancia y escucha. Ese gran libro tiene un recorrido interconectado y se  selecciona como proyección de lo que voy a ser. 

Debemos entenderlo como un signo en el cual el valor se descubre tanto en  lo convencional como en lo no convencional. 

Toda crítica comienza por una autocrítica, que surge de la reflexión y el  proceso intelectual. Este ejercicio nos permite no solo argumentar, sino  también formular propuestas superadoras. 

Por ello, la selección nos brinda un soporte o punto de apoyo para transitar  y resignificar lo que ya existe, para redescubrirlo

El arte es un cambio interno y personal que se proyecta hacia el cosmos a  través de formatos creativos. 

El ensamble o canon lo descubrimos en aquello que no es visible a simple  vista. 

27/01/24 
Verano – San Rafael / Mendoza 
Alejandro Lomoro